Maria Salomea Sklodowska nació en Varsovia (Polonia) en 1867 y murió en Francia en 1934.
Parece que su destino estaba escrito porque su padre y su abuelo fueron profesores de física y matemáticas, pero antes de que cumpliera sus sueños, tuvo que superar muchos retos. La infancia de Mania (así la llamaban en casa) no fue fácil. Su país fue invadido por los rusos, que prohibieron hablar en polaco y quería controlar todo lo que se enseñaba.
Iba con su hermana a una escuela femenina secreta, y cuando daban aviso de que venía la policía, escondían todos los libros para hacer como si bordaran. Más adelante ella misma fue maestra de una escuela secreta para enseñar a los hijos de los campesinos. Estaba totalmente comprometida con el valor de la educación.
Estudió física en la universidad de la Sorbona (París, Francia) ya que en Polonia las mujeres no podían acceder a la universidad. Tuvo que esforzarse mucho, sobre todo para mejorar su francés, imaginaos ¡lo diferente que es del polaco! y aún así se graduó en ciencias con la mejor nota de su promoción. En la Sorbona conoció al que sería su marido, Pierre Curie, él era profesor y ella comenzó a realizar prácticas en su laboratorio.
Un día, Henry Becquerel, les mostró cómo las sales de uranio eran capaces de rebelar el papel fotográfico de manera espontánea.
Desde aquel momento el matrimonio se obsesionó por encontrar la fuente de esa energía. Marie tomó las riendas del asunto, descubrió que esa energía venía del uranio, y no por una reacción química con otros elementos, sino del propio uranio, es lo que hoy conocemos como radiactividad.
No sería la primera mujer investigadora que por estar casada con otro científico se quedaba sin una pizca del mérito, así que se aseguró muy bien que de todo el mundo supiese que aquellos progresos eran cosa suya. Así lo refleja el historiador Robert William Reid:
"La idea [de la investigación] era de ella; nadie la ayudó a formularla y, aunque ella lo consultó con su marido, a su juicio [de Pierre] ella se apropió claramente de la investigación. Más tarde, [Marie] registró ese hecho dos veces en la biografía de su esposo para asegurarse de que no había ninguna posibilidad de cualquier ambigüedad. Es probable que en esta primera etapa de su carrera, [Marie] se diera cuenta de que [...] a muchos científicos les resultaba difícil creer que una mujer podía ser capaz de una obra tan original como en que la que estaba involucrada."
Sin financiación de la universidad, ni un laboratorio apropiado, más bien un cobertizo sin ningún tipo de medidas de protección, investigaba sin descanso, así que el duro trabajo y la exposición a la radiactividad dañó gravemente su salud. Claro, en aquella época no se sabía nada de la radiación y sus males.
Ganó el premio Nobel de Física en 1903 junto a su marido y a Becquerel por todos los avances que hicieron en el conocimiento de la radiación.
En 1906 se quedó viuda y con dos niñas pequeñas, fue entonces cuando la universidad de París le ofreció un puesto de profesor. Se convirtió en la primera profesora universitaria de París. También dirigió el Instituto del Radio (actual Instituto Curie).
Sin embargo, pese a sus grandes contribuciones y a ser titular de un premio Nobel, nunca la aceptaron en la Academia de Ciencias de Francia, eso sí, fue miembro de la Academia de Ciencias de Suecia, de la de República Checa, de la de Polonia, de la Sociedad Filosófica Estadounidense, la Academia Imperial de San Petersburgo, y miembro honorífico de una larga lista de sociedades científicas.
Se ve que lo de la "egalité" cojeaba un poco en la Francia de Curie.
En 1911 consiguió el premio Nobel de Química en solitario por descubrir dos elementos químicos: el Radio y el Polonio.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, no se quedó al margen y para ayudar a los soldados diseñó ambulancias con equipos móviles de rayos X para asistir lo más rápida y eficazmente posible a los soldados en el campo de batalla; las llamó "ambulancias radiológicas", hasta se sacó el carnet de conducir para poder llevar una de ellas por sí misma.
Después de la Guerra continuó en sus investigaciones, y reclamando más investigación sobre el Radio, ya que estaba firmemente convencida de sus propiedades curativas.
Pero finalmente murió en 1934, muy deteriorada por la radiactividad. Su hija Irene, continuó la saga y también consiguió el premio Nobel de Química en 1935 por sintetizar nuevos elementos radiactivos.
Así que puede decirse que la familia Curie es la más laureada de la historia, en lo que a premios Nobel se refiere.
"En la vida no hay nada que temer, sólo que comprender"
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